“Quiero ser bombero”, me dijo un día un compañero de clase en el colegio. Y me extrañó tal revelación. Nos habían sentado juntos por obligación. No éramos amigos. Yo era muy tímida y no entendí a qué venía esto. Pero me invadió la curiosidad y se lo hice saber, con mi expresión.

Así que comenzó a hablarme de su familia y de cosas muy personales. Y yo le escuchaba y le preguntaba. Entre clase y clase o mientras tocaba hacer algún ejercicio, conversábamos. Un día me dijo algo de ser psicóloga.

Yo no sabía mucho en aquel entonces sobre psicología…